viernes, 27 de abril de 2012

Anécdota de "El Burro de Oro"


Cuentan que Francisco Velarde, famoso hacendado jalisciense del siglo XIX, mejor conocido como “El Burro de Oro”, era tan rico que muchas veces llegó a comprar mulas de sus propias recuas, porque simplemente ignoraba que fueran suyas. Este personaje poseía una enorme hacienda en La Barca, Jal., pero vivía en el centro de Guadalajara, precisamente en el palacio que hoy ocupa el Congreso del Estado.
El caso es que este acaudalado caballero, en uno de sus frecuentes viajes a Guadalajara “se encontró con una recua de cincuenta magníficas mulas, todas ellas alazanas; encantado por aquel hermoso conjunto se encaró con el que la hacía de jefe y trató de comprarlas, mas el arriero, a pesar de las tentadoras ofertas, se negaba a venderlas; molesto Velarde, le preguntó por el dueño de las mulas, a lo que el arriero contestó ´pos la mera verdá, mi amo, yo no sé cómo se llama mi patrón, sólo sé decirle que lo conocemos como El Burro de Oro´, lo que ocasionó una fuerte carcajada del patrón y que el atribulado arriero recibiera un montón de pesos fuertes”.
(Gracias a Carmen Libertad Vera, la “Diablina Monina”, por enviarme el documentoMulas, hatajos y arrieros en el Michoacán del siglo XIX”, de Gerardo Sánchez, donde recuerda esta interesante anécdota).


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