viernes, 20 de abril de 2012

El padre Reyes llega a su nueva parroquia


Cliente de arrieros humildes que a lomo de burro lo llevaron por tierras fragosas, bajo toda inclemencia, en días lluviosos, parando en hospedajes míseros, atravesando regiones y villorrios desolados, el viaje halló término a la cuarta jornada, en anocheciendo. ¡Qué oscuro pueblo de sombras escabullidas, de puertas cerradas, de olor y aire misteriosos! ¡Pueblo de oscuridad y silencio, que aplastaba el ánimo del  recién llegado! Campanadas de monotonía le golpearon las sienes. Jaqueca cruel. Ganas de llorar. Un arriero le ofrece su casa para guardar los avíos mientras el señor cura ordene otra cosa. Miserable casa oscurecida, tirada. Mujer, niños harapientos que lloriquean. Gruñen por allí los cerdos. Cacarean somnolientas gallinas. El aire irrespirable. Amenaza tormenta. Quién sabe si ni lleguen al curato antes de que comience a llover. Relámpagos ininterrumpidos. Viento desatado. Será una “culebra”. Goterones. Carreras. El oscurecido curato…
Fragmento de “Al Filo del Agua”.  Agustín Yáñez (1947)

2 comentarios:

  1. Hola Javier

    Me recordó bastante a una anécdota de mi mamá, cuando era una jovencita recién egresada de la Normal e iniciándose como maestra rural: así le tocó llegar a un pueblito, de un puñado de casas dispersas, a lomos de caballo (¿o era burro?), después de muchas horas de camino y anocheciendo, para quedarse en una humilde casita sin puerta.
    No podía dormir porque temía a que alguien entrara en cualquier momento, y recuerdo que contaba que en la cama de otate (carrizo de caña), dormían los más pequeños para evitar las alimañas, mientras que los niños más grandecitos, tenían su petate debajo de dicha cama...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Mayra. Un viejo arriero de Colotlán, Jal., me comentó hace más de 20 años que él se especializaba en transportar gente, además de mercancía, y que muchas veces llevó maestras de las ciudades a pueblos remotos. No había entonces otro medio de transporte que las arrierías. "Tiempos aquellos...", como dijera Renato Leduc. Un abrazo.

      Eliminar