viernes, 16 de noviembre de 2012

Hay mucho qué aprender de los arrieros


El transporte, el comercio, la sociedad, la política y el lenguaje son ramas del conocimiento y de la actividad humana con las que el arriero mexicano estuvo estrechamente relacionado, a través de su oficio, durante más de cuatro siglos, razón por la cual es mucho lo que las nuevas generaciones pueden aprender de él.
Por principio de cuentas, fueron los arrieros quienes abrieron desde el siglo XVI los caminos de herradura sobre los cuales se construyeron más tarde las modernas carreteras, es decir, son iniciadores de la extensa red de caminos que desde aquellos lejanos tiempos facilitan el transporte y el comercio en la amplia geografía nacional.
En el aspecto social debe acreditarse también a los arrieros la fundación de la clase media rural mexicana, ya que como rancheros independientes forjaron una clase distinta entre los hacendados y la peonada, sirviendo a unos y a otros como transportistas y mensajeros. Consecuencia de este desempeño fue su destacada participación en los tres grandes movimientos sociales del país: Independencia, Reforma y Revolución.
Luego hay que ver su marcada influencia en el lenguaje popular, que se manifiesta a través de infinidad de vocablos y refranes que acuñaron, muchos de los cuales hablan de valores humanos ya olvidados: Arrieros somos y en el camino andamos, de arriero a arriero no pesa dinero, al mal paso darle prisa, amor viejo y camino real nunca se dejan de andar, no hay atajo sin trabajo, al mal tiempo buena cara, etcétera.
Naturalmente, dominaron los conocimientos que su oficio exigía. Un buen arriero sabía leer y escribir, entendía de cuentas y de pesas y medidas,  calculaba las horas por la sombra del sol o por la posición de las estrellas, conocía las fases de la luna para aprovechar su luz, distinguía la calidad de las mercancías para recibirlas y entregarlas según cuenta y razón, conocía las propiedades medicinales de las hierbas por si alguien enfermaba en el camino; también sabía curar a sus animales. En fin, el arriero conocía los buenos y los malos caminos, y de tanto andar por ellos, aprendió lo más difícil, que es entender el carácter de los hombres.
Nota: Hace más de 30 años que empecé a estudiar a los arrieros mexicanos, y entre más los conozco, más los admiro. Mucho me gustaría que este blog tuviera mayor interacción entre quienes compartimos iguales inquietudes. Estoy a la órden del apreciable lector para cualquier comentario.

2 comentarios:

  1. Interesante y actualmente comienza mi interés por los arrieros, ya que mi heptabuelo en 1817 era arriero en Saltillo en el camino Real de los Tejas, asi que ahora que lo estoy investigando a la par tengo que conocer sobre la arrieria, saludos cordiales

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